jueves, 16 de julio de 2015

Siempre adelante, ni un paso atrás.

"Siempre adelante, ni un paso atrás" era un lema que tenía un ex presidente de mi país al que mi abuelita admiraba mucho y con este mismo lema regreso a este mundo de letras a seguir luchando por lo que me apasiona; los libros y escribir.
No es fácil regresar después de mi luto, sí mi luto personal ya que este año en lo que va no ha sido más que cuesta arriba pero dicen que el panorama desde la cima valdrá la pena entonces me voy a aferrar a eso. En el pasado Enero perdí a mi abuelita, algo de lo que aún no me repongo pero el 12 de Junio volví a sufrir otro golpe a mi corazón, mi perrita Isabella, la que me acompañaba a mis pies cuando escribía y ya más grande me ladraba desde la ventana cuando me miraba en el monitor se me murió en la madrugada de ese día. Lo que sentí, mi experiencia, el dolor y todo lo que implica todavía me lo reservo porque me duele hablarlo todavía, sólo diré que es algo que no puedo superar porque el amor tan incondicional que un animalito puede mostrar ella me lo enseñó a mí. Odio que me digan que era sólo un perro, que no exagere o que deje de llorar porque no es para tanto, como lo dije en twitter sólo el que ama de verdad a una mascota considerándolo más que eso sabe lo que es esa pérdida y el dolor que deja. Mi "nena" como la llamaba me ha dejado los más dulces recuerdos y aún después de tantos días lloro al recordarla como lo estoy haciendo en este momento que les comparto esto. Ya no tengo quien me ladre cuando llegue a la casa, ya no tengo quien llore cuando salga, ya no tengo quien me jale los cordones de los tenis cuando llegue para quitármelos y cerciorarse que no vuelva a salir, ya no tengo a quien acariciar ni apapachar, ya no tengo quien muerda mis cosas y ya no tengo suciedad que limpiar, ya no puedo ver su dulce y tierna carita triste cuando me iba y ya no puedo reír cuando por la alegría ella se orinaba al verme, ya no tengo pelos en mi ropa, ya sus juguetes y correa y plato de comer y beber no tienen dueña, se quedaron conmigo para atormentarme y mostrarme el vacío que hay en mi corazón. Así estoy y con este dolor de extrañarla cuando escribo y con los remordimientos de no haberle dado el suficiente tiempo o amor voy a seguir, ella me mostró el amor y la fidelidad incondicional que un perro le da a su amo, ella me enseñó lo que es la reciprocidad y a cambio la quise tanto que más consentida no pudo estar pero le fallé y no fue suficiente. Llegó a mí a los cuarenta días de nacida, en una caja de zapatos, asustada y temblando y así también asustada y temblando y seguramente con dolor que nunca demostró así se me fue en una odiosa madrugada fría y lluviosa. No ha sido el único perro que he tenido pero si la única amiga que me enseñó valores más que los que cualquier humano pueda mostrar, esta era mi Isabella, mi nena, mi amiga, mi hija adoptiva y el ser más dulce, tierno y terco, pero con una inteligencia asombrosa que sólo le faltaba hablar, sus ojitos me decían todo, ella no era un simple perro, tampoco una mascota cualquiera, ella tenía y tiene en mi corazón el lugar familiar que le di.